En Japón, entre junio y julio, tenemos una época de lluvias (llamada tsuyu en japonés) que dura aproximadamente un mes. Es bastante agobiante porque llueve incesante casi cada día y hay mucha humedad, pero también se ven paisajes bonitos de arrozales con abundante agua.
En una ciudad mediana como la mía, ya no hay campos ni huerta en el centro de la ciudad, pero si nos desplazamos a las afueras, apenas un cuarto de hora en coche, podemos encontrar espacios verdes de cultivo, sobre todo de arroz.
En esta época, como las plantas de arroz crecen en agua, los agricultores ajustan la cantidad necesaria de agua que viene que viene a través de los canales pequeños que recorren en cada rincón de la ciudad. Como para mí era algo totalmente habitual ver los canales alrededor de mi casa, no le presté la atención a la particularidad de este paisaje hasta que mi marido me señaló que había muchos canales.
Dicen que la gente japonesa come cada vez menos arroz porque come más pan o ha aumentado el consumo de otros productos alternativos, pero si vemos estos paisajes con arrozales, nos damos cuenta de la importancia que tiene esta planta como principal fuente de alimentación y que Japón sigue siendo un país de arroz.